Marco Rubio concluyó este jueves su primera gira internacional como
secretario de Estados de EE.UU., un viaje de “impacto” por Centroamérica
y República Dominicana que marcó un cambio de rumbo en la política
exterior estadounidense, poniendo el foco en Latinoamérica en asuntos
clave como la migración o el Canal de Panamá y la supuesta influencia
china en la región.
“Creo que ha sido una visita de tanto impacto que hubo un terremoto,
el primer terremoto que yo he tenido en mi vida”, bromeó Rubio al inicio
de una intervención en Guatemala, en la que fue la cuarta parada de una
gira que lo llevó, en este orden, a Panamá, El Salvador, Costa Rica y,
por último, a República Dominicana.
El secretario de Estado se encontraba despierto de madrugada
cuando sintió un movimiento, y aunque pensó en un principio que
simplemente se hallaba “mareado”, a la mañana siguiente descubrió que
había vivido “un pequeño terremoto” de 5,6 grados, según el Servicio
Geológico de Estados Unidos (USGS).
Rubio, de ascendencia cubana, lo explicó con su acento caribeño en un
buen español, idioma que utilizó para abrir sus intervenciones ante la
prensa, para luego repetirlas en inglés en referencia a su público
estadounidense, en un gesto inédito como primer secretario de Estado de
origen hispano.
Con estos precedentes, no podía ser de otra manera que por primera
vez en 100 años un secretario de Estado norteamericano escogiera
Latinoamérica para su primer viaje internacional.
Una gira que decidió abrir con el plato fuerte, Panamá, después de la
tensión desencadenada por la amenaza del presidente Donald Trump,
repetida durante su discurso de investidura, de “recuperar» el Canal por
la supuesta influencia china en la vía interoceánica y los “injustos”
peajes a sus embarcaciones.

“Recuperar” el Canal de Panamá
Los analistas consultados por EFE esperaban que el viaje rebajara la
tensión sobre la disputa del Canal, construido y controlado por Estados
Unidos desde su inauguración en 1914 hasta el 31 de diciembre de 1999,
cuando pasó a manos panameñas, como estipulaban los Tratados
Torrijos-Carter firmados en 1977.
El inicio del viaje parecía esperanzador, con una reunión de Rubio
con el presidente panameño, José Raúl Mulino, tras la cual el mandatario
se comprometió a no renovar el acuerdo comercial con China sobre la
Nueva Ruta de la Seda, o la visita del jefe de la diplomacia
estadounidense al Canal, cuyas autoridades anunciaron que trabajarían
con la Marina de EE.UU. para “optimizar la prioridad en el tránsito de
sus buques».
Sin embargo, esa cordialidad estalló por los aires la tarde del
miércoles, cuando el Gobierno de Estados Unidos aseguró que Panamá había
aceptado no cobrar a sus buques por el tránsito por el Canal, ahorrando
así “millones de dólares al año”, una información que posteriormente la
autoridad de la vía acuática rechazó.
Mulino fue más tajante-
“Me sorprende muchísimo el comunicado del Departamento de Estado de
ayer, porque están haciendo comunicados importantes (…) en función de
una falsedad, y eso es intolerable, simple y sencillamente intolerable”,
dijo Mulino este jueves, visiblemente enfado.
El viernes está previsto que el presidente panameño mantenga una
conversación con Trump, una llamada que no fue confirmada hasta hoy y
que quizá sirva para llegar a un punto en común sobre el Canal.
Mientras la vía acuática seguía distanciando a estos dos aliados
históricos, hubo un aspecto en el que Rubio se fue particularmente
satisfecho, como es el de la gestión de la migración irregular, un
asunto que también trató con un resultado favorable en el resto de
países de la región.
Migración, tema de la concordia
En Panamá, el secretario de Estado supervisó el proceso de
deportación de migrantes colombianos en un vuelo pagado por Estados
Unidos como parte de un acuerdo firmado el pasado 1 de julio, el mismo
día de la toma de posesión de Mulino, que desde agosto ha permitido al
menos 42 vuelos chárter con destino a 14 países, expulsando a más de
1.700 personas.
La mayoría de estos migrantes se dirigían a Norteamérica, y fueron
interceptados tras cruzar la peligrosa selva del Darién, la frontera
natural con Colombia, donde desde la llegada de Mulino al poder se ha
producido un drástico descenso en el flujo migratorio.
“Así que, hasta cierto punto, nuestra frontera no empieza en Texas y México, empieza mucho antes”, aseguró Rubio.
En El Salvador, su siguiente parada, el mandatario salvadoreño, Nayib
Bukele, mostró una química especial con Rubio, presentándole a sus
hijas o llevándolo a su residencia con vistas al lago Coatepeque, en el
occidente del país, en una clara señal de amistad.
Allí Bukele, que se consolida como el gran aliado regional de la
nueva Administración de Trump, aceptó recibir en su megacárcel a
migrantes indocumentados detenidos por crímenes graves en Estados
Unidos, y abrió la puerta incluso a albergar a presos de nacionalidad
estadounidense, en un acuerdo “sin precedentes».
“Ningún país ha hecho jamás una oferta de amistad como esta”, declaró Rubio.
Bukele
es, junto al argentino Javier Milei, el mandatario latinoamericano más
afín a Trump y, de hecho, fue el primer presidente de la región al que
el republicano llamó después de ser investido.
La Administración de Trump ve como un ejemplo la estrategia de
seguridad del Gobierno de Bukele, que ha reducido drásticamente la
inseguridad en el país con medidas de mano dura policial y militar
criticadas por organizaciones de derechos humanos. Seguridad y
distanciamiento de China
En San José, Rubio se reunió con el presidente de Costa Rica, Rodrigo
Chaves, donde confirmaron que continuarán con la cooperación bilateral
en temas de ciberseguridad, migración y narcotráfico, en un país que el
secretario de Estado calificó de “ejemplo y modelo”, donde un gran
número de estadounidenses han decidido mudarse y vivir por “la seguridad
y estabilidad de esta república».
Además, Rubio felicitó al Gobierno de Costa Rica por su “firmeza»
para evitar que empresas chinas participen en concursos públicos para el
desarrollo de redes de telecomunicaciones de quinta generación (5G),
permitiendo solo “proveedores de confianza” en una tecnología “crítica”
para todas las industrias.
En Guatemala, el presidente Bernardo Arévalo de León informó tras una
reunión con Rubio que el país centroamericano volverá a recibir a
migrantes deportados de otras nacionalidades desde Estados Unidos, y que
también aumentarían en un 40 % los vuelos de deportados procedentes de
la nación norteamericana.
Y en la República Dominicana, la última parada de esta gira que
comenzó el sábado, Rubio mantuvo un encuentro con el presidente
dominicano, Luis Abinader, con el que trató la crisis en el vecino
Haití, subrayando que “el primer objetivo es pacificar y acabar” con las
pandillas, que controlan el 85 % de la capital.
“Estados Unidos seguirá apoyando el futuro de Haití, para que puedan
haber industrias en ese país, para que haya estabilidad económica, eso
es fundamental para su futuro”, opinó Rubio, que aseguró que continuarán
apoyando económica y logísticamente la Misión Multinacional de Apoyo a
la Paz en Haití (MMS). Rubio, durante su gira, también tuvo palabras
para sus adversarios en Latinoamérica.
“Esos tres regímenes que existen- Nicaragua,
Venezuela y Cuba son enemigos de la humanidad y han creado una crisis
migratoria, si no fuera por esos tres regímenes no hubiera una crisis
migratoria en el hemisferio”, sentenció.
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